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14-10-2008 |
Propulsión a vela para barcos mercantes.


El buque “BELUGA SKYSAILS”, de 132 metros de eslora, realizará su viaje inaugural en enero atravesando el Atlántico hacia Venezuela, para dirigirse luego a Boston y regresar a Europa. Será propulsado por un parapente gigante afirmado a un mástil de 15 metros de altura, que conforman un sistema controlado por computadoras. El costo del conjunto es de 500.000 euros.

Se trata de una suerte de regreso a la vieja era marítima de la utilización del viento, que cayera en desgracia hace un siglo cuando los sistemas de navegación a vela perdieron la batalla del transporte comercial frente a los modernos sistemas de propulsión a vapor, que hacían ver a aquellos como primitivos e impredecibles.

Hoy, sin embargo, en la era del cambio climático, la energía eólica está haciendo su regreso triunfal gracias a la moderna tecnología.

“Este es el comienzo de una revolución en los sistemas de propulsión de buques”, afirmó el director ejecutivo de Beluga, Niels Stolberg, en una entrevista con Reuters a bordo de su nueva nave, el “BELUGA SKYSAILS”. “Es un paso pequeño, pero crucial para el futuro”, agregó.

Para aprovechar la zona de vientos en altura, más fuertes que los de la superficie, el parapente asociado a un sistema de gobierno de alta tecnología, puede volar hasta 300 metros de altura para “remolcar” un buque de 10.000 toneladas hacia delante, complementando su sistema de propulsión diesel y reduciendo el consumo de combustible.

Bajo condiciones favorables de viento, el dispositivo de forma de paracaídas de 160 metros cuadrados de superficie, puede reducir los costos de combustible en un 20% o más (u$s 1.600 diarios), y reducir en un porcentaje similarmente significativo las emisiones de dióxido de carbono.

La fuerza que motoriza a Beluga – y a otras navieras que ya están haciendo cola para comprar el sistema si es que prueba satisfacer las expectativas – es el precio del combustible, que en los últimos años se ha triplicado para los armadores.

Y mientras pareciera que el sistema es casi demasiado simple – o demasiado bueno – para ser cierto, el inventor de SkySails, Stephan Wrage y los ingenieros alemanes que han dedicado más de cinco años a perfeccionar el sistema, dicen que no se trata de otra cosa que tecnología de la imaginación.

“En el fondo de todo, para mi el real factor motivador es entrar en la senda de cruce entre la ecología y la economía, y probar que los resultados valen la pena para proteger el ambiente”, afirmó Wrage en la entrevista a bordo del buque, tan nuevo que aún huele a pintura fresca.

Mientras que algunos políticos y líderes industriales discuten acerca de las grandes cargas financieras que demanda la lucha contra el cambio climático, y aluden a los costos para resistirse a los esfuerzos de reducción del CO2, Wrage opina que SkySails es la prueba de que lo opuesto puede hacerse realidad: se puede hacer dinero con el intento.

“Si nuestros cálculos son correctos, nuestros clientes no sólo obtendrán ganancias considerablemente mayores, sino que también reducirán sustancialmente sus emisiones de CO2”, agregó el inventor de 35 años de edad, luego de la ceremonia de bautismo del nuevo buque celebrada en el puerto de Hamburgo el sábado último.

“Nos enorgullece el poder hacer una contribución a la lucha contra el cambio climático”, declaró el director gerente de SkySails, al tiempo que la vela fabricada de fibra sintética ultraliviana y grande como un avión de pasajeros mediano, gualdrapeaba con la brisa sobre la cubierta.

SkySails desarrolló el sistema de propulsión a vela que la naviera Beluga Shipping acaba de instalar en su nuevo buque de carga. Ambas firmas se proponen probar a escala comercial lo que años de pruebas en buques más pequeños ya han demostrado: que es posible convertir viento en dinero.

Wrage, que tuvo la idea a los 16 años mientras volaba en parapentes y pensaba que se podía usar su potencia para dar mayor velocidad a un pequeño velero, es optimista acerca de los ahorros adicionales que todavía podrán lograrse. Sostiene que con sistemas más grandes podría reducirse el uso de combustible entre un 30 y un 50%.

Dos velas de 320 metros cuadrados serán usadas para propulsar otros dos buques de Beluga en 2009, y posteriormente planean agregar otras de 600 metros cuadrados.

“Allí es donde los ahorros se tornan realmente interesantes”, afirmó.

Sin embargo, el impacto inmediato de la reducción de CO2 causado por los buques será limitado. El transporte marítimo mueve más del 90% de los bienes de intercambio mundial. Hay más de 50.000 buques mercantes transportando todo tipo de cargas, desde petróleo, gas, carbón y granos, hasta productos electrónicos.

Estas flotas generan 800 millones de toneladas de CO2 por año, lo que equivale al 5% del total de las emisiones mundiales. A ello hay que agregar la liberación de altos niveles de dióxido de azufre.

Con todo, Wrage confía en que la demanda tomará impulso. Ya tiene tres órdenes de compra en sus manos, y si las pruebas en el “BELUGA SKYSAILS” confirmaran los resultados obtenidos en un prototipo más pequeño, de 55 metros de eslora, opina que otros harán cola para comprar estos sistemas.

“Tenemos planes para equipar entre cuatro y ocho buques el año próximo, si es que el primer viaje proporciona resultados tan buenos como los de las pruebas anteriores”, afirmó. “En el 2009 esperamos vender al menos 35 sistemas. Y de allí en más, esperamos al menos duplicar la cantidad cada año”.

El objetivo es tener 1.500 buques equipados para el 2015.

“Tuve numerosos encuentros con armadores que me dijeron: si esto funciona en el BELUGA SKYSAILS, vamos a comprar uno, dos, cuatro o diez sistemas”, cuenta Wrage. “Créame que si somos exitosos ahora, no va a ser difícil encontrar compradores”, concluyó.

(Fuente: Reuters.com; 16/12/07)
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